¿Cuántas
veces nos hemos resfriado o engripado, justo unos días después de haber pasado
un golpe emocional, una gran angustia o desilusión?
Por
supuesto, tiene su explicación orgánica. El estrés que sufrimos nos bajó las
defensas haciendo que los virus, que constantemente circulan a nuestro
alrededor, tengan vía libre para ingresar a nuestro cuerpo.
Es
eso, y también es una gran oportunidad para quedarnos en cama, calentitos,
quietitos, y moqueando sin culpa (¿acaso no estamos resfriados o engripados?)
Moqueamos,
porque lo más seguro es que estemos llorando por dentro. Un llanto ahogado, que
no pudiendo expresarse libremente encuentra su propia salida para aliviar la
tensión que nos oprime.