Carl
Rogers explica su Enfoque Centrado en la Persona:
“Este
nuevo enfoque difiere del anterior en que tiene objetivos realmente diferentes.
Está enfocado directamente a promover una mayor independencia e integración del
individuo en lugar de esperar que tales resultados ocurran si el terapeuta le
ayuda a resolver el problema. El centro
de atención es el individuo y no el problema. El objetivo no es resolver un
problema particular sino ayudar al individuo a crecer, de modo que él pueda
hacer frente al actual problema y a problemas posteriores de una manera más
integrada. Si él puede ganar suficiente integración para manejar un
problema de una manera más independiente, más responsable, menos confusa, mejor
organizada, entonces él será capaz de
manejar también nuevos problemas en la misma forma”.
“Esto
se basa en el impulso individual al crecimiento, a la salud y al buen
funcionamiento psicológico. La terapia
no es cuestión de hacerle algo al individuo o de inducirlo a hacer algo en
relación a sí mismo. Por el contrario, se trata de liberarlo para que tenga un
crecimiento y un desarrollo normales, de quitar obstáculos para que él pueda ir
otra vez hacia adelante”.
“Cuando estas
afirmaciones fueron hechas por vez primera en 1940, ocasionaron un gran furor.
Yo había descrito varias de las técnicas de orientación que se usaban mucho en
ese tiempo –sugerencias, consejos, persuasión e interpretación– y había señalado que ellas se apoyaban en dos
presupuestos básicos: que “el orientador es el que sabe más” y que él puede
encontrar las técnicas para llevar a su cliente, en una forma eficiente, a
conseguir el objetivo escogido por el mismo orientador”.
“Veo
ahora que yo había dado un golpe político de dos filos. Yo había dicho que la
mayoría de los orientadores se consideran competentes para controlar la vida de
sus clientes. Y me había adelantado a exponer la opinión de que era preferible
simplemente liberar al cliente para que pudiera convertirse en una persona
independiente, con autodirección. Estaba haciendo claro que si ellos se
hallaban de acuerdo conmigo, eso significaría un completo rompimiento y un
viraje de 180° de su control personal en sus relaciones de orientación”.
“Desde
la perspectiva de la política del poder y el control, la terapia centrada en la
persona está basada en una premisa: una
visión del hombre como un organismo básicamente digno de confianza. Con el
paso de los años, esta base ha sido fortalecida por la experiencia con
individuos con problemas, con
psicóticos, con grupos pequeños de encuentro, con estudiantes en clases y con
grupos de personal. Se ha ido estableciendo con más y más firmeza como una
postura básica aunque cada persona debe aprenderla paso a paso por sí misma
para estar convencida de su validez. Recientemente la he descrito como “la hipótesis que se ha formado y se ha
probado gradualmente en el sentido de que el individuo tiene dentro de sí
muchos recursos para entenderse a sí mismo, para modificar su autoconcepto, sus
actitudes y su conducta autodirigida –y que estos recursos pueden ser sacados
si se provee de un definido clima de actitudes psicológicas facilitadoras”.
“Existe en todo organismo, a cualquier
nivel, un movimiento subyacente que los lleva hacia una realización
constructiva de sus potencialidades inherentes. Existe en el hombre una
tendencia natural al desarrollo completo. El término que ha sido más usado
para designar este hecho es la tendencia actualizante, y es algo
que está
presente en todos los organismos vivos. Ella es la base sobre la cual está
construido el enfoque centrado en la persona”.
“Por supuesto
que la tendencia actualizante puede ser obstruida, pero no se le puede destruir
sin destruir al organismo”.
“¿Qué clima psicológico hace posible la
liberación de la capacidad del individuo para comprenderse y gobernar su vida?
Existen tres condiciones para este clima promotor del crecimiento, ya sea
en la relación terapeuta y cliente, o padre e hijo, o líder y grupo, maestro y
estudiantes, administrador y personal; de hecho, en cualquier situación en que
el objetivo es el desarrollo de la persona.
“La primera se refiere a la genuinidad,
autenticidad, congruencia. Mientras más la terapeuta es ella misma en la
relación, sin poner fachadas personales o profesionales, mayor es la
probabilidad de que el cliente cambiará y crecerá de una manera constructiva”.
“La segunda actitud es la aceptación,
aprecio o estimación –la aceptación positiva incondicional. Esto quiere
decir que un movimiento o cambio terapéutico es más probable cuando la
terapeuta está experimentando una actitud positiva, aceptante hacia cualquier
cosa que el cliente es en ese momento”.
“El tercer aspecto facilitador es la
comprensión empática. Esto significa que la terapeuta capta con precisión
los sentimientos y significados personales que están siendo experimentados por
el cliente y comunica esta comprensión al cliente. En sus mejores momentos, la
terapeuta está tan metida en el mundo privado de la otra persona que puede
clarificar no sólo los significados de los cuales el cliente es consciente,
sino también aquellos que están justo por debajo del nivel de consciencia.
Cuando ella responde a este nivel, la reacción del cliente es de este modo:
“Quizás esto es lo que he estado tratado de decir. No me había dado cuenta de
ello, pero sí ¡esa es la manera como yo me siento!”.
“Podrías
muy bien preguntar por qué una persona
que busca ayuda cambia positivamente cuando participa en una relación con una
terapeuta que tiene estas características. A través de los años yo he
llegado a ver con más y más claridad que el proceso de cambio en el cliente
está en reciprocidad con las actitudes de la terapeuta”.
“A medida
que el cliente encuentra a la terapeuta escuchando sus sentimientos en una
forma aceptante, él se vuelve capaz de escucharse a sí mismo con aceptación, de
oír y aceptar el enojo, el miedo, la ternura, el valor que está experimentando.
A medida que el cliente encuentra a la terapeuta estimándolo y valorándolo aún
en los aspectos ocultos y horribles que han sido expresados, él experimenta una
estimación y gusto por sí mismo. A medida que la terapeuta es experimentada
como real, el cliente es capaz de tirar las fachadas para ser más abiertamente
la experiencia interna”.
“Al escuchar sus sentimientos internos, el
cliente reduce el poder que otros han tenido para inculcarle culpas, miedos e
inhibiciones y poco a poco aumenta la comprensión, el control sobre sí mismo. A
medida que el cliente es más aceptante de sí mismo, se vuelve más y más
grande. El cliente se posee a sí mismo
en un grado que nunca antes se había dado. La sensación de poder está
creciendo. Conforme el cliente se va haciendo más consciente de sí mismo, más
aceptante de sí, menos defensivo y más abierto, él encuentra por fin algo de la
libertad para crecer y cambiar en las direcciones naturales del organismo
humano. La vida está ahora en sus manos para ser vivida como un individuo”.
Carl Rogers, “ El Poder de La Persona”.
Andrea García Moral -
counselor
ENFOQUE AL SER – Consultoría psicológica del Enfoque Centrado en
la Persona
Consultas: enfoquealser@gmail.com
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