miércoles, 27 de abril de 2016

¿Nos resfriamos o lloramos por dentro?




¿Cuántas veces nos hemos resfriado o engripado, justo unos días después de haber pasado un golpe emocional, una gran angustia o desilusión?
Por supuesto, tiene su explicación orgánica. El estrés que sufrimos nos bajó las defensas haciendo que los virus, que constantemente circulan a nuestro alrededor, tengan vía libre para ingresar a nuestro cuerpo.

Es eso, y también es una gran oportunidad para quedarnos en cama, calentitos, quietitos, y moqueando sin culpa (¿acaso no estamos resfriados o engripados?)
Moqueamos, porque lo más seguro es que estemos llorando por dentro. Un llanto ahogado, que no pudiendo expresarse libremente encuentra su propia salida para aliviar la tensión que nos oprime.


Y sí, nuestro cuerpo es un gran aliado a la hora de brindarnos justo eso que estamos necesitando: un lugar tibio y calentito. Un nido donde arroparnos, taparnos hasta el cuello, dormir las horas que necesitemos, o quizá simplemente leer un libro o mirar una película, sin culpa y sin reclamos. O también, un lugar donde sean los demás quienes nos cuiden y nos mimen.

Quizás una gripe o un resfrío no solucionen el problema de origen. Pero sin duda, podemos aprovecharlos no solo para descansar y reponer fuerzas, sino también para darnos cuenta de que hemos sido heridos o estamos angustiados mucho más de lo que creíamos.

En una cultura donde se sobrevalora ser fuertes y proactivos, salir siempre adelante bajo cualquier circunstancia, es muy difícil poder aceptar que no siempre podremos responder como se espera de nosotros. Que determinadas situaciones nos superan, aunque creamos que no son importantes. Y que en realidad nos sentimos angustiados, culpables, desesperados o abatidos.

Pero como percibimos que debemos reaccionar de otra forma, inmediatamente nos endurecemos, inflamos el pecho, y  decimos “aquí no pasó nada", pero tarde o temprano nos enfermamos.

Lo que sentimos no lo podemos tapar ni olvidar sin pagar un precio.

Quizás, lo único que podamos rescatar de un resfrío sea tomar conciencia de que no somos tan fuertes como creíamos. Y que eso que exigimos “no debería afectarnos” en realidad SÍ nos resulta importante, y mucho. Lo que no nos importa, nos resbala (literalmente) y no llega a atravesar nuestra muralla.

Entonces, cuando pase el llanto y el moqueo, podremos ocuparnos de prestarle atención a aquello que, evidentemente,  nos importa y mucho. Seguramente, tenga que ver con nosotros mismos, con algún aspecto que reclama verdadera atención, cuidados y por sobre todo comprensión.

Andrea García Moral  - counselor

ENFOQUE AL SER – Consultoría psicológica
Facilitación de procesos de cambio y desarrollo personal, desde el Enfoque Centrado en la Persona y el pensamiento Junguiano.

Consultas: enfoquealser@gmail.com

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