domingo, 17 de enero de 2016

Sólo cuando te cuestiones, comenzarás a encontrarte



Y un día te encontrarás contigo, te amarás con locura, y no dejarás que nadie te manipule, te lastime o te haga sufrir; y así serás feliz.”
(del muro de Dannah Beck,  Ignoro el autor)

Esta frase tan bella resonó en mí y en muchos de ustedes. Evidentemente, es algo que todos esperamos alcanzar.
Pero ¿cómo llegamos a estar tan alejados de nosotros mismos, para que el encontrarnos sea algo tan anhelado?


Cuando nacemos somos una unidad, pero nuestro “yo” se va construyendo gradualmente, a medida que crecemos. Sin embargo, todos venimos con un centro de valoración interno, altamente eficaz, que nos permite discernir qué cosas son necesarias para nuestra supervivencia, y cuáles son dañinas. Es un núcleo vital: comer, dormir, mantener una temperatura estable, y por supuesto, recibir amor. Ya se sabe que un bebé alimentado y cuidado, pero sin un mínimo de cariño, se muere.

Y tan importante es recibir amor, que esta variable ocupará el primer lugar en nuestro rango de necesidades a satisfacer.

Y es también el comienzo  del problema.  Según el psicólogo norteamericano Carl Rogers, el bebé/niño  lentamente irá cambiando su foco de valoración interno, para ajustarlo de acuerdo a las reacciones de sus padres. Comenzará a modificar su percepción de bueno-malo, agradable-desagradable, me gusta-no me gusta, según lo halaguen o reprendan los adultos de crianza. Para no hacerlos enojar demasiado (que para un bebé o niño pequeño significa perder el cariño de mamá o papá), empezará a modificar su percepción para reemplazarla por lo que sus padres le dicen que “es”, para asegurarse el seguir sintiéndose amado.

Algunas emociones, deseos, conductas, serán modificadas, alterando lo que realmente siente por lo que “debería sentir”. Esto que se realiza gradualmente, muy pronto lo llevará a desconfiar de su afinada intuición y sensación corporal, a tal punto que comenzará a percibir y sentir en base a lo que ha aprendido. De pequeño no tiene los recursos para sostener el conflicto “yo quiero esto aunque me digan que debería querer aquello” (aunque lo intenta ¡y con qué fuerza!), entonces finalmente opta por anular la opción más dañina. Si lo que siente o intuye le trae problemas, entonces a la larga esa función intuitiva se debilitará. Quedará inaudible hasta el momento en que comience realmente a cuestionarse a sí mismo (generalmente de adulto).

Y no estamos hablando de una familia muy disfuncional. Esto pasa habitualmente, sin que nos demos cuenta, y con nuestras mejores intenciones (Vean por ejemplo: http://enfoquealser.blogspot.com.ar/2013/11/tengo-frio-o-tengo-calor-que-dice-mama.html ) Como padres, lo hacemos sin querer, pues no estamos entrenados en el arte de criar con escucha empática. (Podemos mejorar, eso sí).

Si fuera  “mamá dice que esto me debería gustar, pero aunque no me guste lo hago igual para que no se enoje”, ¡estaría genial! pues el niño sigue en contacto con lo que a él le gusta, y se considera separado de lo que opine su madre, aunque la obedezca. ¡Bárbaro! Sigue siendo autorreferente, y si sostiene esto todo el tiempo, sería la situación ideal.

El problema es cuando el “te gusta, no te gusta” ajeno a lo que siente el niño pasa a ser “ME gusta, no ME gusta”. Este pensamiento queda internalizado como “propio”. El yo empieza a asumir cuestiones ajenas como propias, sin diferenciarlas.

Estos modos de suplantar la vivencia propia por la experiencia ajena, se van haciendo automáticos a medida que crecemos.  Tanto que después lo hacemos solos, todo el tiempo, y sin darnos cuenta. Adoptamos cruzadas ajenas como propias, y es allí cuando nos damos repetidamente contra la pared.

Y para peor, este nuevo foco debe reprogramarse continuamente para ajustar la imagen que nos devuelve de nosotros mismos, basándose en las respuestas que obtiene de los demás. Ya no hacemos pie en nuestro centro. Y  ahí es cuando nos sentimos tan alejados de nosotros mismos, porque ya no podemos escucharnos.

Pero, por suerte un día nos sentimos mal. No estamos en armonía. Esto que pensamos, queremos, no nos está llevando a ningún lado. Sentimos que algo no anda bien. Quizás hasta nos enfermamos. Empezamos a sospechar de la veracidad de nuestras ideas o fundamentos. Recién cuando nos atrevemos a cuestionarnos profundamente, es cuando podemos empezar a cambiar.

¿Alguno de ustedes sabe realmente qué es lo que desea en su vida? ¿Qué es lo que busca? ¿Cuáles son sus verdaderos sueños? ¿Por qué cae continuamente en relaciones dolorosas o complicadas?

¿Cuánto de todo lo que piensa o siente, aquello por lo que lucha, le pertenece realmente?

Si comprendemos que estamos orientando nuestra vida en base a ideas y deseos ajenos, podemos empezar a cambiar nuestra realidad.

Podemos volver a ejercitar el ser autorreferentes: ¿qué pienso YO de esto o aquello, o qué siento YO, o qué deseo hacer YO? ¿Hago esto porque YO así lo quiero, o estoy cumpliendo necesidades de otra persona, creyendo que también son mías?

Nuestra psique-cuerpo es el instrumento más fino y perfecto para percibir y discernir qué caminos tomar, qué relaciones cortar o qué amistades cultivar. Utiliza nuestra intuición para conectar nuestro Ser con nuestros sueños.

El Enfoque Centrado en la Persona desarrollado por Rogers, te ayuda precisamente a poder despejar todas estas interferencias de mandatos, ideas y necesidades ajenas, para acercarte y escuchar tu propia voz.  Aprendes a fortalecer y usar tu Intuición.

Como servicio de acompañamiento psicológico, el Enfoque se diferencia de las terapias tradicionales, en que trabaja a través de la escucha empática, la reflexión, la aceptación plena y la congruencia, y se complementa perfectamente con cualquier otra técnica o disciplina de introspección o autoconocimiento que ya estés practicando.

A fin de cuentas, se trata de encontrar el camino hacia ese día en que “te encontrarás contigo, te amarás con locura, y no dejarás que nadie te manipule, te lastime o te haga sufrir; y así serás feliz.”

Andrea García Moral – counselor del Enfoque Centrado en la Persona, con orientación junguiana.


ENFOQUE AL SER
Consultorio individual, parejas, adolescentes +18, adultos.
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