La
falta de tiempo nos afecta enormemente.
Vivimos
corriendo, sintiendo que no importa cuánto nos esforcemos, no terminaremos a
tiempo con todo lo que tenemos que hacer.
Sólo
cuando nos enfermamos nos damos cuenta de la cantidad de energía que gastamos tratando
de organizarnos en vano. Y lo peor es cuando lo que resignamos tiene que ver
con nuestras necesidades, ya sean creatividad,
ocio, amistades, estudios o poder trabajar en lo que nos gusta (que no
siempre es lo que nos da dinero).
Si
estas postergaciones se repiten en el tiempo, tarde o temprano formarán una
gran bolsa llena de piedras que cargamos a cuestas.
Donde,
además de nuestras necesidades insatisfechas,
entran también los sentimientos
asociados: angustia, bronca, desilusión, desvalorización, injusticia,
impotencia, envidia, etc.
Cuanto
más nos postergamos a nosotros mismos para cumplir con todo lo demás, más
grande y pesada es la bolsa que llevamos, y más oscuros e inaceptables los sentimientos
que vamos acumulando, seamos conscientes de ello o no.
Es
por eso que a veces, agobiados por tanto peso, estallamos en arranques
explosivos que dejan perplejos a quienes los reciben, y por supuesto, el alivio
es momentáneo, tan solo una válvula de escape para reducir la presión (stress, ¿les
suena?). Y como seguramente cuando “nos sacamos” dijimos o hicimos cosas que
luego nos duelen, al saco agregamos la culpa y el autocastigo.
Pues
un pedido oculto en una descarga de ira o frustración, no será tomado por la
otra parte como una necesidad genuina, sino como una exigencia, un reclamo o un
ataque, del cual se defenderá y atacará a su vez, si es que puede.
Entonces,
a la falta de tiempo se le suma el desgaste psíquico, el cansancio que
acumulamos tras cada pelea que nos deja heridos e insatisfechos.
¿Significa
esto que debemos ser “egoístas” y pensar en nosotros mismos más que en los
demás? NO. Significa que si nos sentimos
así de agobiados y angustiados, es evidente que hay necesidades muy profundas
que reclaman ser atendidas. Y el primer paso
será poder reconocerlas y escucharlas.
Es
hora entonces de poner en la agenda TODO LO IMPORTANTE, además de lo urgente. Y
eso incluye lo que deseamos para nosotros mismos. Y con todos los datos a la vista, poder
analizar qué necesitamos realmente, con qué recursos contamos, y cómo podemos
hacer para satisfacer, o replantear (a veces también es necesario), esas necesidades profundas.
Andrea
García Moral – counselor
ENFOQUE AL SER Consultoría Psicológica
El Enfoque Centrado en la Persona, desde una mirada Junguiana
enfoquealser@gmail.com
ENFOQUE AL SER Consultoría Psicológica
El Enfoque Centrado en la Persona, desde una mirada Junguiana
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