sábado, 6 de junio de 2015

La Confianza como base y esencia del Enfoque Centrado en la Persona

Se ha afirmado que la No Directividad es lo “esencial del ECP”. En mi opinión, eso es lo más visible, pero no lo Esencial. Falta un componente previo a la No Directividad, y que es la CONFIANZA en la persona. Sin confianza la “no directividad” es posible un tiempo, pero no es sostenible en el proceso.

Para mí, lo esencial en el Enfoque Centrado en la Persona es la CONFIANZA.


Me refiero, tal y como lo plantea Rogers, a la confianza de que existe en toda persona una sabiduría esencial, humana, innata, que le permite orientarse hacia la satisfacción de sus necesidades y su desarrollo. Y que aun cuando el proceso de desarrollo esté estancado o desviado, por sobre todo elige la vida. Por eso es plenamente capaz de superar los obstáculos y reorientarse hacia una vida mejor, y si puede, incluso ir hacia la realización de su verdadera esencia.

 Entonces, ¿puedo confiar en que la persona consultante tarde o temprano encontrará su propia salida a su laberinto, por sí mismo? ¿O me veré tentada a apurar los tiempos y decirle qué camino tomar? (que de seguro será el mío, no el de ella).  ¿Puedo ser “no directiva” cuando no confío lo suficiente en su capacidad de orientación? (ya que, después de todo, llegó a la consulta porque está perdida).  Si esa fuera la esencia del enfoque, la respuesta sería “sí”. Pero yo sostengo que sin confianza no hay “no directividad” posible.

Explicaré mi punto con un ejemplo metafórico. Supongamos que estamos en un auto de doble comando, de esos que se usan para enseñar a manejar. Yo podría tranquilamente dejar que otra persona conduzca, le dejaría elegir qué camino tomar, y ni pensaría en tomar yo el control del auto. De esta forma,  yo estaría siendo “no directiva”. Ahora bien, eso podré hacerlo siempre y cuando confíe plenamente en la capacidad de dicha persona para conducir, pues no permitiría que ponga mi vida en riesgo. Entonces, dejo que me lleve, y no siento la necesidad de tomar el volante. Aquí sería evidente que habiendo confianza se mantiene la “no directividad”.

Pero, ¿qué pasaría si fuera al revés? ¿Si hubiera “no directividad” pero fallara la “Confianza”?

Siguiendo con el ejemplo, supongamos entonces que esa persona va manejando pero repetidamente cruza semáforos al límite, algunos casi en rojo. Maneja en forma imprudente e incluso se mete en zonas peligrosas. Yo comenzaría a sentirme insegura, ansiosa, hasta que finalmente tomaría mi volante, asumiría YO el control del auto y manejaría un buen tramo, o directamente todo el resto del camino.

¿Qué ocurrió que pasé de ser “no directiva” a tomar la dirección? Lo que faltó aquí fue la confianza en la habilidad de esa persona para llevarme sin riesgo de accidentes. No confié en que esa persona fuera capaz de conducir bien y por eso me duró muy poco la “no directividad”.

Ustedes podrían decir, bueno, es un ejemplo muy burdo, era lo que se debía hacer: esa persona manejaba en forma imprudente y era necesario tomar la dirección para salvarnos.

Bueno, esto por sí solo bastaría para probar mi punto de que para que exista la no directividad es necesario que previamente exista la confianza.

Pero ajustemos el ejemplo a lo que podría ser una consulta psicológica, en la que dejamos que la persona sea quien dirija el proceso de desarrollo, que decida qué temas tocar, en qué áreas de su vida meterse, y nosotros acompañamos. Después de todo, de esto se trata ser “no directivo”.

Continuando con la metáfora del auto de doble comando.  Estamos juntas, ella conduce, yo acompaño. Esta persona va manejando, comete algunos errores, pero no implican un riesgo real para nuestras personas. Son parte de su proceso de aprendizaje. Sin embargo, yo me siento ansiosa y nerviosa, sin motivo aparente. Por tanto, como no reconozco ningún motivo, es más, ni siquiera registro mi ansiedad o temor, creo que me comporto de manera “no directiva” pero sutilmente le indico posibles atajos o caminos a tomar. Le hago evitar lo que a mi criterio son cruces peligrosos y zonas problemáticas. Así, sin darme cuenta, muy amablemente la guío de tal forma que ella no se da cuenta y a mí me calma la ansiedad.

Supongamos que todo esto fuera un proceso inconciente de mi parte. Realmente creo que no estoy siendo directiva. Nos podríamos imaginar que en el pasado sufrí un fuerte choque cuando dejé que otro condujera, y me hice mucho daño. Podría no recordarlo en absoluto, o tal vez, pensar que ya estaba superado, pero no. Por eso, aun cuando mostrase una fachada “no directiva”, estaría siendo “directiva” al aconsejar a esa persona manejar por caminos “seguros” (para mí misma), y por tanto, realmente no estaría confiando en su propia capacidad de llevarnos por buen camino, aunque los hechos den prueba visible de su buena capacidad de manejo.

Por lo tanto, ya sea en forma conciente o no, si no siento la suficiente confianza en la capacidad de la persona para re-aprender a guiarse por sí misma, tarde o temprano abandonaré la “no directividad”, por la amenaza que me significa.

Es por esto que afirmo que la Confianza es la verdadera esencia del Enfoque Centrado en la Persona y la No Directividad su consecuencia, real, sí, pero como manifestación visible de la Confianza previa y subyacente.


Andrea García Moral – counselor
ENFOQUE AL SER Consultoría Psicológica
enfoquealser@gmail.com


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