viernes, 14 de febrero de 2014

Películas inconclusas



(Los efectos de la Escucha Empática desde el Enfoque Centrado en la Persona)


Como counselor del Enfoque, escucho y acompaño a mucha gente. Amo mi trabajo. Cada historia que escucho es nueva para mí, pero incluso lo es y en muchos aspectos, para mi consultante.

Todos tenemos lo que yo llamo “películas inconclusas” en nuestras vidas. Historias que hemos empezado a contar, que intuimos importantes, que confiamos a una amiga, pareja o un terapeuta… pero que por un motivo u otro no llegamos al final del relato. Curiosamente se interrumpen casi siempre en un mismo punto. Entonces nunca sabemos cómo seguían, o como terminaban.  Hechos pasados de nuestras vidas, intuiciones, recuerdos, sensaciones, historias que quizás nos contaron. Son situaciones que no están claras, que las sentimos difusas, pero que una y otra vez nos aparecen con su urgencia por ser nombradas… 

Y que cuando empezamos a contar, son siempre interrumpidas, generalmente por nuestro interlocutor. Y es que todos tenemos este sentido que nos avisa cuando estamos a punto de entrar o ser llevados a áreas internas peligrosas. La auto preservación actúa y la escucha se interrumpe. Y si el que estaba escuchando se siente (inconscientemente) amenazado, desviará la conversación.  No necesariamente tiene que ser un hecho traumático, hay muchas cosas que nunca encuentran el lugar adecuado para salir, ya sea por requerir máxima seguridad, o porque las consideramos “vergonzosas” o “viejas y repetidas”.

El hecho es que empezamos a contar…  y otra vez, o nos interrumpen, o nos cambian de tema o nos retan o algo nos advierte que no hay agua en la pileta, entonces sonreímos tontamente y somos nosotros quienes (sabiamente) cambiamos de tema. Nos pasa a todos.

Pero… ¿Qué pasa cuando finalmente, encontramos una persona que no interrumpe, no aconseja, no desvía mi atención, no trata de consolarme ni menosprecia mis impresiones o las tilda de fantasías tontas? Pero que sin embargo esta allí presente, acompañando, aceptando todo lo que soy, escuchándome sin reservas ni prejuicios.

¿Qué pasa cuando, finalmente, esa historia puede empezar a contarse… y ver la luz, sin que nadie la interrumpa ni critique? ¿Cuáles eran esas escenas jamás contadas? ¿Qué información vital me traen, esperando por años ser revisadas?

Las lágrimas siempre son nuevas, aunque hayan sido derramadas muchas veces. Si la herida sigue sangrando, si el problema sigue doliendo, es porque aún tiene información vital para darnos. Aún tiene un propósito, una razón de ser. Su propio sentido, que es único y misterioso.  Por eso, nadie (y mucho menos un terapeuta) debería creerse con el derecho a decirnos “alto ahí u “otra vez con eso” o lo que sea que nos invalide y anule en esta búsqueda de información sobre nosotros mismos.

Esta película que encuentra su final, es la puerta que abre un ala nueva del castillo. Es la palabra que hace que todo cambie de lugar, y que el mundo se vea diferente. Es el umbral que se cruza, y donde una nueva historia comienza a desplegarse.

Cuando esto ocurre, es muy movilizante tanto para el consultante como para mí.  Es un momento con una cualidad única, donde ambos sabemos que algo muy importante acaba de suceder. Y precisamente, por ser tan vital este punto, tan delicado, tan peligroso para el consultante si se le apurara o presionara para ver aquello que no está listo para ver, es que el Enfoque nos conduce a este punto siempre guiados  por la mano del consultante. ¿Y de quién sino? De AQUEL QUE SABE (aunque no lo hubiese advertido hasta ese momento) lo que tiene que saber:  el cuándo, cómo y dónde, y todo lo demás.

Es la persona la que vibra con ese dolor, con esa intensidad, con esa emoción previa a trasponer el umbral, a abrir esa puerta cerrada de hace tanto.  Siendo un momento tan vulnerable, tan precioso, ¿no sería un acto criminal empujarle a ello? (con insospechadas consecuencias) ¿Desde qué estrado o púlpito podría yo saber, avizorar, imaginar siquiera las profundidades que esconde esa persona? Es la inmensidad del ser humano la que hace que me incline respetuosamente ante su presencia, y me declare completamente ignorante acerca de las soluciones que pudiera ofrecerle a esa persona.

Pero asimismo, es esta misma inmensidad la que me hace vibrar de respeto, orgullo, amor y admiración hacia cada persona que deposita su confianza en mí y se abre con su historia. Y que hace que cada día me levante con deseos de querer escuchar a más y más personas, para verlas como se despliegan, para ver sus cambios, para ser testigo una y otra vez de estas luchas. Para crecer yo misma como persona, y trabajar continuamente en mi propio proceso personal para fortalecerme en cada encuentro. Para ser cada vez mejor en la escucha.  Para enriquecerme con la mirada de otros.

Definitivamente, amo mi trabajo.



Andrea García Moral
Counselor  - Enfoque Centrado en la Persona



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