En
ocasión de estar trabajando en el Centro Junguiano Fundación Vínculo, tuvo lugar
uno de estos breves encuentros en donde el Enfoque hizo su parte
maravillosamente. Yo recién me había recibido de counselor y estaba en ese
momento como coordinadora de los alumnos que cursaban el tercer y último año. Ese día
era el anteúltimo encuentro de la carrera (se cursaba una vez al mes, de manera
intensiva). El fin de año estaba cerca.
Reparto,
como es costumbre a esa altura del año, una encuesta de satisfacción. Una de las
alumnas se niega a recibirla, mostrando un evidente fastidio. En toda la mañana
pude observar que su actitud, habitualmente abierta y amable, era hostil y retraída.
Al llegar el corte para el almuerzo, se me acerca para pedirme una breve
reunión conmigo, después de almorzar. En
dicho encuentro trato primero de averiguar qué es lo que desea, si es que tiene
alguna queja en particular, o desea hablar con alguno de los profesores o
directivos, actuando desde mi rol de enlace. No es nada de eso, así que despejadas
estas dudas en esos primeros 5 minutos (la reunión en total no llevo más de 15
min.), la escucho y tras un breve intercambio, le manifiesto que podía
notarla visiblemente enojada, tras lo cual parece sorprendida y guarda silencio
unos instantes.
–Es cierto, estoy enojada—me dice,-- pero no alcanzo a darme cuenta del por qué; me parece que tengo ganas de dejar de cursar.
–Es cierto, estoy enojada—me dice,-- pero no alcanzo a darme cuenta del por qué; me parece que tengo ganas de dejar de cursar.
Luego
de un breve acompañamiento de unos minutos más, esta alumna se sorprende al
descubrir por sí misma que en realidad, lo que la enoja, o más bien lo que le
duele, es la cercanía del fin de un ciclo y la despedida inminente. Siguió transitando
sus sensaciones encontradas, dolorosas, cálidas, reconociendo la felicidad de
esos 3 años recorridos, su importante cambio personal en el trayecto, y la
tristeza de saber que se terminaban y que no se volverían a repetir.
Es difícil expresar en pocas palabras el cambio que de inmediato se operó en ella. Su expresión, antes ceñuda y distante, ahora se mostraba radiante, sonriente, sabiendo que a pesar de la tristeza y el dolor por la pérdida, tenía el coraje de llegar hasta el final del recorrido y vivir la despedida. Esta alumna se adueñaba de todas sus sensaciones, enojo, bronca, dolor, tristeza, y también alegría y orgullo de sí misma por permitirse continuar a pesar de todo eso. Con nueva energía incluso tuvo tiempo de esbozar el tema de lo que sería su monografía de final de carrera. Todas las ideas le aparecían ahora claras y posibles. Era increíble para mí el ser testigo de este cambio.
Es difícil expresar en pocas palabras el cambio que de inmediato se operó en ella. Su expresión, antes ceñuda y distante, ahora se mostraba radiante, sonriente, sabiendo que a pesar de la tristeza y el dolor por la pérdida, tenía el coraje de llegar hasta el final del recorrido y vivir la despedida. Esta alumna se adueñaba de todas sus sensaciones, enojo, bronca, dolor, tristeza, y también alegría y orgullo de sí misma por permitirse continuar a pesar de todo eso. Con nueva energía incluso tuvo tiempo de esbozar el tema de lo que sería su monografía de final de carrera. Todas las ideas le aparecían ahora claras y posibles. Era increíble para mí el ser testigo de este cambio.
De
más está decir que no solo terminó la cursada muy contenta, sino que en tiempo
récord presentó su escrito final, de una extensión mucho mayor a la mínima
solicitada.
Andrea García Moral
Counselor - Enfoque Centrado en
la Persona
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