Se puede salir solo del laberinto

  

La Confianza Plena en la Capacidad de las Personas

1)¿Es la persona realmente capaz de llegar por sí sola al “darse cuenta”, de encontrar por sí misma la solución a sus problemas, aún cuando está tan inmersa en ellos que le resulta imposible ver la salida? 

2)¿O necesita de un guía externo, de alguien que le aconseje,  que desde un punto de vista más alto y alejado,  le muestre el camino para salir de su intrincado laberinto?

Mucho se ha hablado y escrito acerca del “darse cuenta” o "insight". Es ciertamente una poderosa llave. Es la exclamación interna y reveladora: “¡ahá!” o “¡ahora me doy cuenta!”. Ilumina y despeja el camino. Es indudable lo liberadora que resulta esta experiencia, aunque venga acompañada de sentimientos de dolor y desengaño. Lo que libera es su autenticidad. Por eso, muchísimas líneas teóricas apuntan al “darse cuenta” como meta (Hay que hacer tal o cual cosa para que se dé cuenta que está equivocada, o que vive en el pasado, o que se está auto- engañando, o que se está resistiendo, o negando, etc. etc. ).

Sin embargo, la diferencia entre todas estas modalidades y quienes practicamos el ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA consiste en la base misma de cómo se considera al ser humano, y ello se desprende sabiendo con cuál de las dos preguntas anteriores se está más de acuerdo.

La forma en que trabaje el profesional (sea de la línea que sea, incluso aunque se considere dentro del Enfoque)  dependerá en última instancia de la opción que éste elija y sostenga desde sus principios y creencias más íntimas.

Yo afirmo y sostengo la OPCIÓN 1. Desde mi forma de trabajar y la filosofía que la sostiene, el Enfoque Centrado en la Persona (tal y como fuese desarrollado por Carl Rogers,  no “modernizado” ni “actualizado”) considero que la persona se perdió en el laberinto porque anteriormente perdió su capacidad de escuchar su propia voz, su propia guía interior, a lo largo de su vida, y por eso ahora depende de guías externos.  Se encuentra desconectada de sus vivencias, de su registro corporal, de lo que realmente siente, piensa o desea en su interior, desde su Yo más profundo. Lo hizo inconscientemente, para sostener lo más valioso, su propia VIDA. ¿Cómo? Adaptándose a los deseos y expectativas de sus seres queridos y significativos, para no perder el amor y el cuidado necesarios y vitales. Desde allí, todas las variantes inimaginables en el desarrollo de cada ser humano.

Esto nos ocurre a todos, y es inevitable que así sea.  Entonces, de adultos, nos encontramos andando por la vida desorientados, repletos de mandatos y construcciones que las vivimos como propias, pero que en realidad responden a ideas o formas de actuar ajenas a nuestros deseos, intereses e inclinaciones únicas y personales, pero que apropiamos e hicimos carne, sin darnos cuenta de ello.

Estoy plenamente convencida (no sólo desde la teoría, también desde la experiencia) de que todo ser humano tiene la capacidad para recuperar y volver a confiar en su propio sentido interior, en su propia sabiduría humana.  Si tuvimos la sabiduría para nacer, desde una célula embrionaria, hasta un bebé; y crecer, y desarrollarnos.... ¿A dónde se fue toda esa sabiduría? ¿Desapareció así de repente? ¿Se quedó en la sala de partos? Pues, en la forma en que vivimos, pareciera que sí... Pero por suerte, no es así.

Por eso, por esta Confianza Profunda que siento y vivo y me sostiene en mi práctica profesional, en esa persona que me eligió como su counselor, que me hace el honor de abrirme su mundo, doloroso, vergonzoso para ella, sensible y herido... Por esta confianza profunda en su propia sabiduría y grandeza humanas, es que puedo meterme con él o ella dentro de su propio laberinto oscuro, puedo darle la mano y acompañarle en su recorrido, sin quedarme afuera, sin quedarme atrás, y sin dejarla sola (a menos claro, que me lo pida).

Y es esta Confianza Plena en las capacidades del consultante lo que produce finalmente el “darse cuenta”. En el ENFOQUE el proceso se basa en crear el ambiente adecuado para que el consultante recupere la confianza en sí mismo, y con ello libere sus potencialidades de autoescucha, autoaceptación y autoconfianza, promotoras del crecimiento y desarrollo. Recién ahí, y como un resultado secundario, el consultante llega al “darse cuenta”. Es el consultante mismo el que encuentra su propia y particular forma de salir de su laberinto. Este PROCESO es un aprendizaje invaluable, que deja una huella poderosa en el alma de esa persona. Por eso este aprendizaje no debería nunca ser provisto por nadie desde afuera. Porque no sería igual. No es lo mismo darle directamente el resultado del problema, a que la persona lo descubra por sí misma. 

Porque, y volviendo a las preguntas anteriores, opción 1 u opción 2: ¿en manos de quién quedó el proceso de aprendizaje? ¿Quién se queda con la satisfacción de haber alcanzado el resultado? ¿Quién integra a su noción de sí mismo, a su personalidad, el maravilloso regocijo de decir: Yo lo resolví. Yo pude. Yo sé. Yo sirvo. Yo valgo…  ¿Quién se siente finalmente orgulloso de Sí Mismo?  ¿El terapeuta (la opción 2) o el consultante (la opción 1)?

En síntesis, desde el Enfoque el cambio de percepción, el “darse cuenta”, es el resultado secundario de un cambio mucho más profundo y duradero en la persona. Llega como resultado de todo el trabajo de autoexploración del consultante. Es un logro del consultante, no del profesional. Y esta NO es una diferencia menor. El principal logro es el aprender a escucharse, el recuperar su autoconfianza, su autoaceptacion. El considerarse valioso y capaz. El lograr cambios a través del recorrido propio e interno del consultante, y no como resultado de ejercicios o guías provistas desde afuera. El premio mayor es el recupero del sentido de valía y confianza consigo mismo, a través del autoaprendizaje interno.

Es díficil, nadie dice que sea fácil. Pero el resultado, llegar a ser cada vez más UNO MISMO, vale la pena.

Andrea García Moral – counselor

                      

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