miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Tengo frío o tengo calor? (¿qué dice mamá?)



Hace ya unos años, cuando yo recién estaba estudiando para ser counselor, y mi hija tenía  4 años, que ocurrió esto que quiero comentarles, y que viene a cuento de lo que vamos a tratar en el taller del lunes  2-dic:

Era la hora del baño de Eri, de tardecita y era verano. Un día donde yo estaba particularmente cansada, fastidiada, con calor y con más ganas de tirarme y relajarme un rato, que estar allí insistiéndole para que se bañe. Finalmente, el baño termina, y la ayudo a salir de la bañera.  Ella de pie, al lado de la bañera, yo sólo tengo que extender mi brazo hacia la pared detrás mío para tomar su salida de baño (imaginen cuánto puedo tardar). En ese instante me dice: - ¡Ay! ¡Qué frío!


Yo, con indisimulable gesto de fastidio (recordemos que era verano) le contesto: --¡Ay Eri, pero si no hace nada de frío! Acá tenés tu toalla.---  y la envuelvo en su bata.

¿Y qué me responde? ---“Tenés razón mamá, no tengo frío”.

Y ahí, la que me quedé fría fui yo. Porque pude constatar en ese instante, cómo ella ajustaba su percepción corporal, o mejor dicho: distorsionaba su percepción sensorial para acomodarla a la mía. O sea, ella prefería negar su propia sensación real y concreta, para no hacer enojar a su mamá. Rogers diría, para no perder el afecto de su mamá.

¿Qué hice? Pues me agaché a su altura, y le pedí disculpas por no haberla escuchado. Le expliqué que estaba cansada y molesta por otras cosas, pero que lo que hice estuvo mal. Que si ella sentía frío, si lo que su cuerpo le decía era que sentía frío, pues eso era cierto  y era verdad. Que, lamentablemente,  los grandes vamos dejando de escuchar a nuestro cuerpo, pero que era importante que ella siga escuchando al suyo, y no cambiarlo por lo que dicen los demás.

Bueno, creo que algo me entendió. Le gustó tanto, que después, ese día y algunos más me decía: “mi cuerpo me dice esto o aquello”.

En definitiva. Me mandé una pifiada, que en el instante la pude corregir en el aire. De seguro desde entonces me mandé muchas más, de las que no me di cuenta.

Sé que esto parecerá una pavada en comparación con otros grandes errores que de seguro cometemos seguido. Pero creo que si aunque sea en estas pequeñas cosas, o si por momentos estamos más atentas, podemos lograr pequeños cambios en la forma en que nos escuchamos, cómo nos comunicamos y encontramos, con nosotras mismas y con nuestros hijos.


Y poco a poco, granito a granito, se va construyendo la diferencia.



De estas y otras cosas más, hablaremos en el taller del LUNES 2 DE DICIEMBRE
¡No te lo pierdas!




Andrea García Moral – counselor - Enfoque Centrado en la Persona
                      
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