Voces
que no son voces, literalmente, sino más bien pensamientos. Diálogos internos
que por momentos nos abruman con su demanda y exigencia.
Dentro
nuestro conviven infinidad de personajes que se
activan en determinadas ocasiones para imponernos su propio punto de vista (¡con
mucha energía!).
Creemos que somos
nosotros los que pensamos, pero ¿es realmente así?.